Gota a gota


Un abismo.
Vio guerras en un cuerpo deforme. Vio una guerra dentro de un cuerpo de huesos. Con agallas y valentía.
Y un día todo cambió. Tuvo respuestas, pero no eran las deseadas. Desde ese momento supo que ya no había vuelto atrás, que ya no iba a ser igual, que ya iba a ser una incomprendida aunque los demás intentara comprenderla o apoyarla. Las acciones de todos los de su alrededor daban que desear...
Cogió sus rencores hacia ella misma y sus culpas y su escozor y lo escondió en los rincones mas oscuros de su corazón. En una caja fuerte cuya llave desapareció en el llanto de esas noches de desconsuelo.
Está echa de pedacitos de palabras, de insultos, de elogios, de sabiduría y de errores. Dicen que todo pasará, pero no entiende que es un "para siempre", que es el bien dicho de "bicho malo nunca muere". Y pesa...

El deporte es una cueva llena de color. Amarillo, rojo, azul, verde... El dolor muscular le hacia olvidar el dolor interno. Tan suave y tan intenso. Profundo y superficial. No hay tiempo. No hay segundos para volver atrás. Una visión de futuro incierta que hace naufragar en un mar de tormentas y va y venes. Capitán del barco "yo". Sin ninguna tierra firme, sin ninguna bandera y sin nada de provisiones. Unas botas, una gorra y unos labios pintados de desesperanza. Morados.

Un día entre personas que poco la conocían de verdad estalló por el poco aguante de tantas sensaciones, de tanta incertidumbre y de tanta molestia por ser ella. Por tener eso en su cuerpo y solo querer dormir o nacer de nuevo sin nada.

Unas manchas en la piel borrosas, un corazón acelerado sin motivos, dolores en las estremidades y la boca muy cerrada por descuidos o por la desconexión de los demás con ella. Un mundo que solo ella conoce. Una sensación que pocos pueden describir. Un aire de no querer ni vivir. 
Come con cuidado que tu cuerpo se alimenta, se alimenta con sustancias y muchas otras cosas más para destruirte poco a poco por dentro. ¡Shh! Cállate que solo ella sabe que hacer. Callar y caminar.

Tantos abrazos al cojín blanco encogida por los espasmos de dolor del alma. Se acordó de la hora de su pastilla, esa de la que no se podía nunca olvidar. Miraba su medicación a diario y todos los días se preguntaba el porqué. Porqué sí y porqué no. Porqué ella y porqué así el mundo.
Como si nada le ocurriese actuaba, pero sabía con cada gesto de otra persona que jamás nadie entendería nada.

Prendida de la incomprensión.

Sus lunares era su mayor entretenimiento. La hacia imaginar un mundo donde ella podría soñar. Cuantos perdones en su alma y cuantos "no importa" de su ser. Una vida de balas, de brillo y oscuridad.
Claro que no quiere ver como todo se acabará, pero lo que si sabe es que nada cambiará. Vive luchando porque su corazón es polivaliente, enganchado en el desafío hacia sí misma.

Ardiendo o con hielo en su cuerpo. Se echaba de menos. Esa sonrisa sonora sin pensar en su realidad. Y se quedó ahí, en aquella sala blanca ante aquella noticia. Te quedó en cada sensación, en cada sentimiento, en cada demostración, en cada síntoma y en cada toque de queda.
Y esta es mi historia como la de muchas otras personas que por juegos del azar de la vida le toca jugar con desventajas.

Continuará...

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