Una carrera por un no se qué

Nos empeñamos en crecer desde pequeños,vistiéndonos mas mayores, pintándonos como las chicas de los medios de comunicación, famosas por alguna razón que otra, poniéndonos tacones de mamá,
cogiendo la cuchilla de afeitar de papá para ser un hombre como él, poniéndonos la corbata pequeña con un traje de chaqueta y parecer un "hombrecillo"; o simplemente con el estrés compartido de mayores empedernidos y obsesionados con ese algo llamado dinero que se consigue con un tiempo llamado trabajo.
Corre haz los deberes, corre estudia que hay exámenes, corre merienda para ...para seguir haciendo los ejercicios , estudiando, memorizando y aprendiendo.

Nos empeñamos en ir deprisa hacia la adolescencia,esa etapa  de montañas rusas , de fuegos artificiales y barrancos llenos de lodo, etapa de un sube y baja de una noria cualquiera. Momentos de sentir, momentos de conocer gustos y preferencias, momentos de ligues, de "tonteo", del amor imposible, del amor del amigo y del primer beso.Pero no dejamos de correr y desde la adolescencia ya aspiramos a la edad adulta con el deseo de independencia, las altas horas de llegada no tan cuerdos entre otros muchos otros detalles que al final no son solo detalles.

Y cuando llegamos a la edad adulta el mundo nos pega fuerte con su valor material. Estresados por el trabajo, los adultos, un poco cansados del trabajo, de la lucha del día a día, de la creación del bucle de supervivencia, aceleran el día a día para llegar al descanso de la vejez La jubilación. Ese estado de vida de disfrute, de los nietos, del marido a ser posible, de la naturaleza, de ... 
Pero no. No nos engañemos. Es un estado de problemas de salud, de restricciones articulares u óseos, de la perdida del sueño, del alzheimer, de... Y llegados a este punto extremo de todas las etapas, corres para adentrarte a un sueño eterno.

Nos dedicamos a correr, pero a disfrutar de cada segundo, de cada persona que nos acompaña o que conocemos en un momento dado, de cada sonrisa, de cada comida en familia, de cada sensación de bienestar, de cada olor, cada sonido, cada gusto y cada tacto. De todo lo que la vida alguna vez que otra nos ofrece y nos seguirá ofreciendo.

No corramos tanto que el tren hay que cojerlo alguna vez y primero hay que disfrutar de la estación.

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