En el punto de la línea

Como puede ser que una palabra tan corta cueste tanto de decir. 
"Perdón".
Si costase dinero no sería tan complicado.

Si fuera de verdad , un lo siento real y leal, no sería tan agobiante de pronunciarlo.
Si no fuéramos tan hipócritas, la propia lengua lo diría sola sin compañía de la razón.
Si lo dijéramos  a la persona adecuada no nos daría orgullo decirlo.
Un perdón lastimado nos cuesta a veces la suficiencia.
Esa palabra no batallea con la honra ni con la presunción.
Ese verbo convertido en sustantivo, nos hace ser personas.
Ese acto sincero, donde los haya, esconde más verdad que a veces un beso. 

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