Devastador


Quizá sea más bella
con la cara tapada,
con los ojos bañados en lágrimas.

Necesito un tengo ganas de ti
para no tenerme tanto desprecio.

Complejos en mi cabeza,
de un cuerpo lleno de cicatrices
y un corazón lleno trizas.

En el espejo ya no me miro,
tapado o vestirme a espaldas,
mis lunares en mis entrañas.

¡Párteme el rostro
lleno de complejo
con un beso!

Quizá sólo desee
que tus ojos brillen al verme
 y me desees como mujer.

Quiero que el cuerpo sea mi templo
donde el dios sea mi alma
cuyo rezo sea la ilusión
y el amor.

El error es la comparación,
la ceguera y el desamor.
Un desamor propio
que en sus teclados valen en vano.

Las heridas no se las merece nadie.
Sólo la almohada te secará las lágrimas
que nadie entienda,
que nadie conozca,
y ésta sea la cuartada
de tu mejor salida.

Una mirada que sea cómplice
de mi alma con la tuya.
Unas caricias que delaten el deseo
del acto de amor en la cama.

Se supuran los internos golpes,
se infectan por la psicología barata,
un porcentaje de dejar ir las expectativas
que te hacen soñar a lo grande.

Que tu salida no sea un pozo,
una tumba ni ningún acto de auto violencia.
Que tu salida sea la aceptación
aunque ésta sea al final de tus días.

No te engañes,
la belleza solo está en tu cabeza
en tus labios serios,
en tus ideas tan revolucionarias
en tus sentimientos humildes
y tus deseos succionados.
¡Qué no te engañen!

Y ahí vas,
tan cambiante en sonrisas y tristezas,
tu mente, un mundo.
El mundo del insomnio.

Quizá mi ilusión sea quererme,
aceptarme
y, sobre todo, cuidarme.

Poema: Elena Pérez Romero

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