¿Sabes? Me comen los insomnios en la madrugada.
Siento que la respiración no quiere volver tras haber ido a por agua.
Los sueños desaparecen en esas noches y no sé donde van. Yo preocupada porque debo descansar. ¡Qué ironía! Esas noches todo me da igual, e incluso si la muerte me viene a visitar.
Me asomo por mi ventana, sin balcón está, momentos suicidas en mi mente no paran de pasar.
La vida en esas noches son tan difíciles, tan sin salidas, tan al filo de todo.
A veces exploto y lloro. A veces sonrío llorando. A veces abrazo la almohada y otras veces la golpeo.
Da rabia que en el fondo sabes que la en algunas noches es tu propia culpa la que te persigue. La culpa de amar y creer. La culpa de volver a ser una niña por la flecha de un ser llamado Cupido. Este indeseable que jamás le perdonaré todo lo que me ha hecho.
Son esas noches en las que solo las palabras escritas llueven en mi cabeza y solo mis manos hacen lo que quieren sin pensar, escribir.
Son noches de dagas lanzadas, de una indecisión entre el para y no quiero. Con la mirada perdida en la oscuridad, con la breve brisa de esas noches de verano y esos susurros del alma.
Noches de insomnio.
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