Escribo bajo una lluvia de nieve calándose en mis huesos.
Necesitaba sentirme real y viva.
Ver la estampa de una ciudad polaca bañada de blanco y bañándose aún más de este color, me da paz, apacigua mis impulsos negros y mi ira.

Me siento más libre que nunca. Vuelo con la nieve al son del viento y me quedo a veces en los árboles sin esperar nada. Solo observo y aprendo. 
Los tejados soportan mucha presión con esa capa blanca, pero ahí siguen, sin derrumbarse. Ahí siguen también esas hojas con mucho peso, pero firmes.

Es un sueño. Un sueño donde me encuentro a mí misma. Donde empiezo a percatarme de lo que merezco y de lo que realmente me aportan las personas que me rodean.

Me quedo en la estampa que veo ahora mismo y sé que cuando vuelva a leer este texto, esta misma imagen regresará a mi mente.
Me quedo en el presente y en lo que este me aporta. 

Gracias Polonia, Bialystok.

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